Cuando ya no quedan
lágrimas,
y de los ojos siguen
manando ríos,
humedades, oscuras y
tibias
que llagan la piel a
su paso.
No son lágrimas de
sal,
es un continuo
manantial de desaliento,
desprendido de lo más
intimo
rasgando la carne devastada.
Humedad que se
evapora con el tiempo,
pero rebrota con
fuerza ante el recuerdo
desvelando su
secreto…
que sigue viviendo,
aunque haya muerto.
No se compadecen las
lágrimas,
y corren a raudales
por su seno,
sin perturbar su
discurrir
hasta agotar su
hontanar principal.
Reme Gras.
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8 comentarios:
Hay momentos en los que pensamos que de tantas lágrimas como hemos derramado ya no quedan. Muchas veces nos preguntamos sorprendidas de dónde siguen saliendo. Unas bellísimas letras Reme...tocando siempre las fibras.
Besos y abrazos todos querida amiga.🌹😘❤
Muchas gracias por tu huella Marina...
Besos.
Es cierto, querida Siloe, parece como si se agotase esa fuente de lágrimas, y no es así, lo que ocurre es que con los años aprendemos a no llorar por minucias, cuando realmente nos apuñalan el alma, esa fuente vuelve a brotar con fuerza, y es bueno llorar.
Como siempre es un placer oirte y leerte.
Un besazo.
Cuando ellas brotan, y siempre sin desearlo, confunden nuestros sentimientos, y es por ello que es difícil evitarlas.
Un gustazo escucharte, amigaza.
Cariños van en camino...
Hermoso y muy sentido poema sobre ese dolor profundo que las lágrimas desvelan aun cuando los ojos no quieran. Lo comparto con mucho gusto, querida Reme. Besos, poetisa.
Gracias por tu huella Carmen, un abrazo.
Reme.
Viajan mis cariños de vuelta Beto... junto a mi gratitud.
Reme.
Muchas gracias Mayte... feliz de verte en mi espacio.
Reme.
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