Una sombra oculta tras la mirada,
apenas sostenida detrás de lo visible,
entornando las pestañas
para no dejarla escapar.
Tus labios, queriendo sonreír apenas,
forzados, haciendo un mohín,
tal vez imitando la sonrisa,
pidiendo a gritos ser besados.
Tu gesto, serio,
contenido…
respirando con ansia,
agotando hasta el suspiro,
queriendo dar lo mejor sí mismo.
Y lo das, sin querer…
te das, en cada
mirada, al descuido
en cada palabra escrita con o sin pluma,
es ese mostrarte tal
cual, caballero sin escudo.
En el reflejo de tus ojos,
se encuentra Ginebra,
y es reina sin corona…
pero es… tú reina.
Reme Gras.
Derechos reservados.
2 comentarios:
Se me da muy bien el poema, amiga. De mucho gusto.
Abrazos
Muchas gracias José, bienvenido a este tu espacio.
Reme.
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