Los puños
apretados con fuerza,
Manos
vacías, apretadas con fiereza
para no
dejar ni el aire en ellas.
Vacías de
amor, de cariño
sin piel
que acariciar.
Para no
sentirlas vacías,
cerradas
a todo sentir
hundirlas
en tierra, como raíces.
Evitando
la caricia del aire
el roce
de otra mano.
Para no
sentirlas vacías
perderlas,
esconderlas en lo más profundo
cerradas,
para no ver la agonía de su vacío.
Manos
hechas para amar...
vacías a
la esperanza.
Reme Gras
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8 comentarios:
Hay en esta hermosa metáfora un grito profundo. Si los sigues dejando en versos, estarán allí y ya no en ti... Es catártico, te lo aseguro
Un abrazote
Ay niña! Qué bello poema! Pero nunca dejes tus manos vacías a la esperanza que pronto tendrán a quien acariciar. Bello y triste. Un abrazo grande.
Mis apreciados Alma y Francisco... gracias por pasar por mi rincon y dejar vuestras huellas..
Si es cierto que es catártico... y ademas son momento puntuales en nuestras vidas... luego sigue pesando mas la alegría que la pena...
Besos y gracias, mil.
Reme.
Genial como siempre amiga
Joan Ros
Jesucristo te ama.
Tu bonito poema nos hace reflexionar.
Un besino.
Goriot.
Gracias Goriot, Joan, y ser anonimo, por entrarme a leer y por recordarme que Jesucristo me ama... de eso tengo constancia, lo que no quita que humana al fin tenga temores, duelos y penas, como tambien alegrias.
Gracias por comentar mis poemas a todos, Reme.
Las manos, el vacío que entre ellas pueda haber implica a veces el temor propio que nos conduce a la soledad y al desatino de la aptía, por ello siempre es bueno y noble tener las manos en la consecuencia propia del producto de nuestro ser, siendo ellas verbo de lo que somos y ejemplo de lo que dejamos... Siempre Gracias Reme
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