Detrás de los focos
Cuando cae la noche,
y las luces se
apagan,
en la intimidad de la
alcoba,
a solas con nuestro
más intimo yo.
Los ojos cerrados,
sin que nadie mire,
desnudos a la
realidad interior,
frente a frente con
nosotros mismos,
sin postureos, ni espectadores.
Con el dolor del ego
en carne viva,
con esa humanidad
explotando y sangrando,
sin contención ni
subterfugios,
sólo el instinto y la
rabia aflorando.
Porque somos carne
humana,
debilidad simple y
sencilla,
aunque queramos
acallarla, ahogarla,
tan simple y humana,
desde el principio de los tiempos.
Siempre seremos eso…
humanos… simplemente
humanos,
¡ Simple humanidad!
Reme Gras.
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