Me quedo quieta,
sin apenas respirar,
me abandono a la quietud de la noche,
sin mover un solo musculo.
Mi cuerpo se apaga,
cómo candil sin
aceite,
se minimiza su latido
apretando los ojos en la oscuridad.
Es mi momento de paz,
el recogimiento que ansío
mi encuentro con mí yo interior.
Escucho mis latidos,
cómo mi sangre me recorre,
y se distiende mi piel.
Mi pensamiento recicla el día,
lo clasifica, lo mide
y lo archiva
preparando mi espíritu.
Comenzando el desmembramiento
en pequeñas partículas de nadas,
lo vivido en las horas vacías… sin tí.
Reme Gras.
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