Cuando por fin el
corazón estalla,
la sangre deja de
manar,
y queda el silencio
reinando
flotando sobre la
piel helada.
No fluyen las
lágrimas,
ni palpita el pulso,
se estancan las
palabras sin decir
en el mar muerto de
tu garganta.
Dejo de doler la
ausencia,
no se lamenta el
alma,
por aquello que no
recibe.
Y el cuerpo aunque
respire,
deja de doler, de
sentir…
Porque todo deja de
tener sentido.
Reme Gras.
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