Sigue tú voz, viva en mi memoria,
con su sonido dulce,
el enfadado o triste,
el risueño y cantarín.
No se fue contigo,
se quedo en la tierra junto a mis oídos,
como cascada de agua fresca,
tropezando con las piedras
en su discurrir hacía el río.
Es el regalo que me dejo el cielo,
cuando, te otorgo las alas,
que te hicieron ángel.
Y mientras tenga memoria…
seguirás conmigo,
siendo tu voz… mi ángel.
Reme Gras.
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